Keysi Rosales Maldonado, una joven de 20 años de edad proveniente de San Pedro Sula, Honduras, estuvo en el primer grupo de inmigrantes que llegó a alrededor de las 5 a.m. el 16 de noviembre a la estación de autobuses, La Plaza at Brownsville Terminal.
Rosales dejó su país natal debido a la crisis económica y la violencia.
“En los hospitales no hay medicamentos”, dijo ella. “En las escuelas ya no se está enseñando. Los niños ya no van a la escuela como antes que había pupitres, no hay. Uno recibe clases en la tierra”.
La joven inmigrante explicó que toda su familia decidió emigrar a los Estados Unidos de América cuando fueron amenazados de muerte por la pandilla conocida como Barrio 18.
Keysi padece de lupus, lo cual fue una de las razones por las cuales su familia ahora vive en Memphis, Tenn., donde el clima frío ayuda a disminuir los síntomas de su padecimiento.
Rosales cruzó el Río Bravo con sus familiares el 30 de septiembre y fue capturada, junto con su familia, por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU (CBP, por sus siglas en inglés). Ella estuvo detenida por dos meses en un centro de detención del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) antes de ser liberada.
Al preguntarle cuál ha sido lo peor de haber estado encerrada en los centros de detención, ella contestó, “Lo más difícil es no saber de tu familia. No poderte comunicar con ellos y que los de migración, los oficiales, no te dejan, aunque están ellos cerca, no te dejan que ni hables, ni nada. Ni que los mires. Es lo peor que pude pasar yo ahí.”
Durante los últimos cuatro meses, ICE ha estado dejando personas, de diferentes centros de detención, en la estación de autobuses en las primeras horas de la mañana, de acuerdo con Jack White, el director de Good Neighbor Settlement House y un profesor de trabajo social en UTRGV. Estos inmigrantes están buscando asilo político y se les ha permitido quedarse temporalmente en EE. UU. en lo que se resuelven sus casos.
Los inmigrantes vienen de tres centros de detención de ICE: East Hidalgo Detention Center en La Villa, Willacy County Regional Detention Facility en Raymondville y Port Isabel Processing Center en Port Isabel.
Good Neighbor es una agencia sin fines de lucro, localizada en 1254 E. Tyler St. en Brownsville, que ayuda a las personas sin hogar con sus necesidades básicas como alimentos, baños y un lugar para dormir. En los últimos tres meses, el albergue también ha estado colaborando con otras organizaciones de voluntarios para dar apoyo a los inmigrantes que están siendo liberados en la estación de autobuses, localizada en 755 International Blvd. en el centro de Brownsville.
Los inmigrantes que son liberados en la terminal vienen de diferentes países de América Central y África, así como también de Cuba, Rusia, China, Bangladesh, India y Brasil.
En una entrevista con The Rider, White dijo que los inmigrantes que han sido liberados en la terminal de Brownsville usualmente cuentan con recursos limitados.
“Nosotros los recibimos en la estación de autobuses, determinamos cuales son sus planes de transportación, los ayudamos a entender … donde se van a bajar del autobús o donde se van a cambiar de autobuses”, él dijo.
White dijo que el albergue ha proporcionado apoyo a los inmigrantes para facilitarles sus viajes a los diferentes estados de EE. UU.
“Les proporcionamos refrigerios ya que algunos de ellos estarán en los autobuses por unos cuantos días”, dijo White. “… Seguido, les permitimos que usen nuestros teléfonos para que llamen a sus familiares porque muchos de ellos no han estado en contacto con sus familias por bastante tiempo”.
Virginia White, una voluntaria de Good Neighbor, dijo que los voluntarios del albergue otorgan a los inmigrantes donaciones como mochilas, libretas, plumas e incluso un Nuevo Testamento en español.
“Les da mucha dignidad de vuelta”, dijo Virginia White. “También les empacamos un conjunto de higiene para sus viajes, pasta de dientes, champú, cosas así”.
En su propia experiencia, los inmigrantes han sido “muy humildes”.
“Son muy agradecidos por todo lo que hemos hecho por ellos”, Virginia White dijo.
La mayoría de los inmigrantes generalmente viajan a las regiones del sureste y noreste de EE. UU. para encontrarse con sus familiares.
Good Neighbor también les permite a los inmigrantes alojarse en sus instalaciones antes de que salgan hacia sus destinos.
Jack White dijo que los inmigrantes rara vez pasan más de una noche en el albergue ya que sus boletos de autobús o avión son únicamente válidos por 24 a 36 horas una vez de haber sido liberados.
“Cuando son liberados, no traen cintos, no traen agujetas”, dijo White. “La mayoría de ellos traen consigo un boleto de autobús o de avión, pero están totalmente desorientados respecto a donde están en relación con el resto de país y como llegarán a sus [destinos]”.
Inicialmente, ICE empezó a liberar a inmigrantes alrededor de las 10 p.m., una hora antes de que la terminal cierre. Por esta razón, los inmigrantes tenían que pasar la noche en las calles, Jack White dijo.
Sin embargo, después de que Good Neighbor recurrió al Departamento de Policía de Brownsville, ICE comenzó a dejar a los inmigrantes a las 5 a.m. Después de unos cuantos días, ICE empezó a liberar a los inmigrantes a diferentes horas de la mañana.
“Recientemente, ese horario se ha vuelto menos confiable”, dijo White. “Así que, ICE sigue dejando gente, pero en horas aleatorias que nosotros no podemos anticipar. Afortunadamente, tenemos contactos con gente de la estación de autobuses que nos alertan cuando hay gente que necesita de nuestros servicios”.
Los grupos de voluntarios vienen de Good Neighbor, así como de las organizaciones de voluntarios llamadas Angry Tias and Abuelas y Tucker’s Kitchen.
Tucker’s Kitchen cocina alimentos que los voluntarios después proporcionan a los solicitantes de asilo político, quienes están esperando ser llamados por ICE para ser procesados, en los puentes internacionales Gateway International Bridge y B&M en Matamoros, Tamaulipas, México.
White también explicó que hay una considerable participación de estudiantes en Good Neighbor. Algunos de los estudiantes voluntarios vienen de UTRGV y Texas Southmost College.
Entre ellos está Alejandra Guzman, una estudiante de trabajo social en UTRGV, quien dijo a The Rider que su participación como voluntaria le ha dado más humildad.
“Ellos están muy agradecidos solo por darles una manta”, dijo Guzman. “Te platican sus historias de lo que han pasado, lo bueno y lo malo, principalmente malo, pero [te dicen] que están agradecidos solo por estar aquí y agradecidos con nosotros por haberlos recibido. Muchas de las historias te rompen el corazón, pero te hacen más humilde y te hacen estar más agradecido por lo que tienes”.
El 16 de noviembre, los voluntarios llegaron a alrededor de las 6 a.m. y ayudaron a un grupo de seis inmigrantes conformado por mujeres y adolecentes, quienes habían sido liberadas a alrededor de las 5 a.m. La mayoría de ellas no tenían idea de donde estaban y dijeron que los agentes de ICE no les dieron ningún tipo de instrucciones después de liberarlas en la estación.
Después de unos minutos, las inmigrantes recibieron tímidamente ropa, mantas, mochilas, tacos y café para desayunar que los voluntarios les proporcionaron.
Cerca de una hora después, otro grupo de inmigrantes, quienes se alojaron en Good Neighbor, llegaron a la terminal para abordar sus autobuses o para ser transportados al aeropuerto Brownsville/South Padre Island International Airport.
Sergio Córdova, uno de los voluntarios de la terminal, le dijo a The Rider que los grupos que son liberados en la terminal usualmente están compuestos por cerca de 10 inmigrantes, pero en una ocasión recibieron a un grupo conformado por cerca de 63 personas.
A pesar de que la mayoría de los inmigrantes se negaron a ser entrevistados por The Rider en La Plaza, Daimaris Rodríguez, una inmigrante de 30 años de edad con cinco meses de embarazo y de origen cubano, aceptó ser entrevistada.
Rodríguez dijo que ella y su esposo tardaron cinco meses para cruzar 11 países de Sudamérica y Centroamérica antes de poder llegar a la frontera de México con EE. UU.
La mujer, quien es cinta negra en judo, y su esposo tuvieron que esperar un mes en el Gateway International Bridge en el lado de Matamoros antes de que se les permitiera entrar a EE. UU.
“Esto es en realidad un sueño”, dijo Rodríguez. “Un sueño hecho realidad. … Ahora a echar pa’lante, con ganas, pa’ poderle ayudar a mis niñas y a mi mamá que son las que dejé allá en Cuba.”
Ella desconoce la ubicación de su esposo ya que fueron separados después de su captura.
Los inmigrantes de Cuba no vienen a EE. UU. porque estén buscando el sueño americano, sino porque están escapando la situación en la que su país se encuentra, Rodríguez dijo.
“Necesitamos ayuda”, dijo ella mientras contenía sus lágrimas. “Ayuda, ya que el país de uno no nos escucha y nos tiene como si fuéramos perros. No tenemos derechos, no tenemos libertad de expresión. Violan los derechos humanos”.
Al preguntarle como describiría su experiencia migratoria, ella contestó, “Esa no es experiencia. Eso se llama tortura. No quiero ni acordarme. Pasamos la selva del Darién … la selva de Colombia y estuvimos varios días perdidos hay sin comida y es lastimoso porque ahí encuentras cadáveres de gente, niños ahogándose. … Yo salí mal. De hecho, no se como todavía me acuerdo, porque no duermo bien”.
Jack White dijo que su mayor preocupación es la manera en que el gobierno federal responderá respecto a las caravanas que están tratando de llegar a EE. UU.
“Lo que más me preocupa es que cualquiera que llegue aquí sea tratado con dignidad y respeto, que si necesitan ser procesados para determinar si tienen razón en temer por sus vidas, que tengan la oportunidad de hacer eso”, dijo él. “Y, si tienen familiares aquí en el país, que se les permita encontrarse con ellos”.
Alejandro Lázaro González Pérez, de 24 años de edad y también proveniente de Cuba, dijo que estuvo detenido por ICE por 37 días.
González dijo que los inmigrantes no deberían de ser demonizados ya que los verdaderos problemas son más complejos de lo que la gente piensa.
“Para muchos inmigrantes, llegar aquí es una experiencia realmente difícil”, dijo él. “No fue el caso mío tanto porque yo no tuve que pasar tanto tiempo, pero otros vienen, meses por selva. Algunos pierden hasta la vida tratando de llegar aquí no solo por mejorar en el aspecto económico, solamente por salir de países que tienen condiciones políticas, sociales deplorables”.
Para llegar a EE. UU., González consiguió una visa para ir a México por avión y después viajó a la frontera para pedir asilo político.
Él dijo que ha sido tratado con respeto desde su llegada al país.
“Me han tratado súper bien en este país, en el poco tiempo que veo”, dijo González. “Mucho respeto. Los derechos humanos respetan. … Y bueno, es una experiencia, hasta ahora ha sido muy buena a pesar de ser inmigrante”.
Al preguntarle por qué emigró de La Habana, Cuba, el contestó, “En Cuba, el gobierno, a algunos de nosotros nos reprime por pensar diferente. Por lo tanto, nos tortura a veces. Por eso, muchos cubanos tuvimos que huir del país. Y bueno, este es el país que más nos protege en ese sentido”.
González planea continuar su educación en derecho internacional después de instalarse en Miami, donde su familia reside.
For the English version of this article, click here.