By Rebeca Ortiz | EDITORA DE ESPAÑOL
En México, parece haberse perdido el miedo a las palabras que hace unos cuantos años horrorizaban a todos. Palabras como, asesinato, torturados, desparecidos, sepultados, masacre y otras del mismo grado de terror profundo son ahora palabras de uso común, que casi no dicen nada impactante.
Y es que la barbarie, la crueldad extrema, parecen haberse instalado para siempre en la vida diaria de muchas regiones del México, mártir del siglo XXI.
El pasado martes se presentó en UTRGV, campus Edinburg, la plática con los padres de los “43 de Ayotzinapa”, el cual forma parte del tour universitario que dará el movimiento este otoño. El evento fue presentado por el Centro de Estudios México Americanos.
“Ayotzinapa es solo uno de los miles de casos de desaparición forzada”, dijo en su discurso de apertura la profesora de Creación Literaria, Edna Ochoa.
“A dos años de la desaparición de los 43 normalistas, el gobierno mexicano ha entorpecido y falseado los hechos con simulaciones y engaños para que no se sepa la verdad, ha mostrado su incapacidad para conducir investigaciones creíbles sobre estas desapariciones”, dijo Ochoa.
Felipe de la Cruz Sandoval y Mario González Contreras son padres y voceros del movimiento social Ayotzinapa, el cual protesta la corrupción e impunidad que impera en México y el cual tiene como misión principal encontrar a los normalistas desaparecidos la madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
De la Cruz Sandoval, cuyo hijo, Ángel Nery, entonces de 19 años, sobrevivió los ataques perpetrados por la policía de Iguala y la policía federal, mismos que han sido comprobados por las comunicaciones telefónicas entre ellos la noche del 26 y 27 de septiembre reveladas por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, sigue estudiando y participa en la búsqueda por sus compañeros.
“Sigue con la esperanza de encontrar a sus compañeros, sigue en las actividades porque toda la escuela sigue participando, porque no podemos nosotros dejar a un lado la situación del dolor, del tormento, de la angustia de las familias, y de él, porque el también sufre al no saber de sus compañeros”, dijo De la Cruz Sandoval, quien además es maestro y forma parte de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG).
Su hijo, aunque sobreviviente, quedó afectado psicológicamente a raíz de lo sucedido, pues “le cambió la vida como le cambió la vida a todos nosotros”.
González Contreras, padre de César Manuel González Hernández, desaparecido el 27 de septiembre del 2014, dedica su vida a encontrar la verdad sobre el paradero de su hijo, para lo cual ha tenido que cambiar su vida radicalmente de la noche a la mañana.
González Contreras, quien ahora viaja y comparte su testimonio con el mundo entero, y a quien René Pérez del grupo “Calle 13” ofreció el micrófono durante uno de sus conciertos del 2014 y que aprovechó para exigir la renuncia del entonces procurador, Murillo Karam, no tenía experiencia como activista.
“No sabía ni lo que era una activista, desgraciadamente, pues lo único que te interesa es la educación de tu hijo, la educación de tus hijos y el trabajo y la familia. No ves más allá del entorno familiar”, dijo González Contreras.
Ochoa, panelista del evento cita al profesor Neil Harvey, de New Mexico State University, cuando dice que “es gracias a la lucha de los familiares que se ha roto con el intento de inculpar a los mismos estudiantes, y es gracias a la ampliación de la solidaridad que se exhibe como absurdo el argumento de la secretaría de relaciones exteriores, en el sentido de que Ayotzinapa es un caso aislado”.
Con sus más de 150 mil muertos y sus más de 27 mil desaparecidos desde el 2006 en la guerra contra el narcotráfico, Ayotzinapa está muy lejos de ser un caso aislado.
El movimiento Ayotzinapa no acepta apoyo del gobierno federal. Los gastos del movimiento son sufragados por los otros compañeros activistas de diferentes organizaciones y colectivos.
“No lo permitimos, lo único que le exigimos al gobierno de México es respuesta y que nos entregue a los jóvenes, porque sabemos que es un crimen de estado, porque fueron uniformados quienes se los llevaron, fue el ejército mexicano, la policía federal y todo el cuerpo policiaco”, dijo De la Cruz Sandoval. “Entonces no queremos nada económico del gobierno de México. Lo que queremos son respuestas”.
Al preguntarle si no le teme al cansancio del ajetreo dentro del movimiento social, dijo que al contrario, “cada día que amanece, amanecemos con mucho más ganas porque es un día más de sufrimiento para nosotros”.
Cabe resaltar que en el Informe Ayotzinapa I, que el GIEI hizo público antes de salir de México este pasado abril, afirman que en los ataques contra los normalistas hubo “una estructura de mando” con “coordinación operativa central” entre fuerzas “de dos cuerpos policiales municipales diferentes (Iguala y Cocula), y al menos 18 patrullas municipales y una de protección civil que intervinieron esa noche”.
No obstante, González Contreras mantiene la esperanza de encontrar con vida a los normalistas.
“Está la esperanza tan viva, ¿porque?, porque no nos han demostrado lo contrario, científicamente nosotros no tenemos nada que nuestros hijos estén mal. Han querido engañarnos, nos han querido entregar de distintas formas, pero no han podido”.
Para él, lo peor de todo, “lo más nefasto del estado es que siempre los están buscando muertos, no han tenido ninguna línea de investigación que quieran buscarlos en vida y hay muchas líneas de investigación”.
González Contreras testificó este verano en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en Washington, D.C.
Para poder realizar una valoración técnica de la versión oficial sobre el final de los normalistas en el basurero de Cocula, el GIEI pidió un peritaje independiente al Dr. José Torero, quien cuenta con reconocimiento mundial en investigaciones sobre incendios, para que realizara un trabajo de campo.
La conclusión publicada en su Informe Ayotzinapa I establece que “no hay ninguna evidencia que indique la presencia de un fuego de la magnitud de una pira para la cremación de inclusive un solo cuerpo”.
Aún así, la Procuradoría General de la Républica, mantiene que los normalistas fueron asesinados e incinerados en el basurero de Cocula por la célula de Guerreros Unidos.
Hay 140 personas en la cárcel por el caso Ayotzinapa, entre ellas, miembros de la policía, mandos medios y delincuentes. Ningún funcionario de alto rango ni policíaco ni político ha sido detenido.
A la fecha se mantiene la cerrazón del gobierno respecto de no permitir que se interrogue a los militares que tuvieron alguna intervención en aquella trágica noche.
Cuesta trabajo, si lo vemos a distancia, creer que este vocabulario atroz forme parte del paisaje diario en la sociedad mexicana, esa de la que nos separan solamente algunos metros de la frontera.
Y ahora, en pleno siglo XXI, el infortunio de México no termina, ni tiene para cuando terminar.