Pocas festividades están tan arraigadas en el imaginario colectivo mexicano como la celebración del Día de los Muertos. Su orígen parte de hace varios cientos de años, pero a nadie parece importarle la fecha exacta de sus inicios porque, lo de mayor importancia, es la educación de la vida de los que hoy descansan en el sueño eterno.
En México, como en muchas otras partes del mundo, se conmemora a los seres queridos que han partido del mundo de los vivos hacia el suyo propio. Sin embargo, es México el que posee una de las celebraciones a los muertos más arraigadas y ricas del mundo entero.
Prueba de ello es que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), haya declarado la festividad indígena dedicada a los muertos en México, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad en el 2003.
El Departamento de Colecciones Especiales y Archivos de UTRGV, ofrecerá eventos del Día de Muertos de mediodía a la 1 p.m. el martes y miércoles en los campus de Brownsville y Edinburg, mismos que ya exhiben sus altares.
La biblioteca de Brownsville ofrecerá pan de muerto y otros refrigerios durante los dos primeros días de noviembre a partir del mediodía en el Reading Room, mismo donde los estudiantes son bienvenidos a escribir y dejar su “calaverita” como parte de las celebraciones del mes.
Por su parte, la biblioteca de Edinburg ofrecerá un programa conmemorativo mañana a partir de mediodía en la sección de colecciones especiales donde estudiantes, facultad y miembros de la comunidad son bienvenidos para aprender un poco más sobre el Día de Muertos mientras disfrutan de un pan de muerto y chocolate caliente, dicho evento contará con premios y manualidades.
“Hemos tenido este evento por aproximadamente 20 años. Celebramos de distintas maneras y una de ellas es poner una exhibición en el lobby de la biblioteca cada año y este año, conmemoramos a los seres queridos del personal de la biblioteca”, dijo Sean Visintainer, jefe del departamento de Colecciones Especiales y Archivos.
“Le pedimos al personal de la biblioteca que cooperaran, así que trajeron fotografías, recuerdos y cosas así que pusimos en los altares del lobby y entrada de la biblioteca”.
En México las conmemoraciones son variadas y regionales. Hay diferencias en cómo se conmemora el Día de Muertos en la huasteca veracruzana que en la región del Janitzio en Michoacán.
En algunos estados es normal beber sobre la tumba de los difuntos y llevar conjuntos musicales para que interpreten su música que gustaba a los difuntos.
Existe la costumbre de velar toda la noche con rezos, velas, guirnaldas de cempasúchil y los antojitos que preferían los difuntos.
“No estás celebrando su muerte, estás celebrando su vida, la vida que tuvieron aquí, siempre se recuerda los buenos tiempos; las risas, cuentas sus historias, que aprendiste de ellos, eso es lo que es el día de los muertos”, dijo Lisa Huerta, asistente de Colecciones Especiales y Archivos.
El día primero de noviembre se recuerda a los difuntos infantiles, a los niños y niñas muertos a temprana edad, el día dos, a los difuntos que fallecieron después de haber alcanzado la adultez.
Pero la muerte no arredra a los mexicanos, porque, cuando menos en los últimos 100 años se ha convertido en una compañera inseparable difícil de sustituir y a tono con el carácter festivo de los mexicanos; la catrina, creación del pintor-escultor Guadalupe Posadas, está presente en todos los estratos sociales la cual ya no asusta ni a los niños y vale la pena recordar en este punto que Octavio Paz nos reprochaba diciendo:
“También para el mexicano moderno la muerte carece de significación”.
De acuerdo a La festividad indígena dedicada a los muertos en México, publicado por El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México (CONACULTA), “Esta frase lapidaria ha hecho ver a los mexicanos como seres de otra especie, distinta a la mortal y humana, eso sí, ¡muy digna de ser poetizada!”
En la región purépecha que rodea el lago Pátzcuaro, los indígenas comienzan a preparar la comida favorita de sus difuntos desde muy temprano en la mañana del primero de noviembre para luego dirigirse al panteón donde permanecerán hasta la mañana del día siguiente. Una vez ahí, limpiarán y decorarán sus tumbas con flores de cempasúchil con el cual harán un arco para que los difuntos puedan regresar y con veladoras iluminarán su camino.
Durante la noche, las familias platicarán con ellos, se les recordará y se comerá de los platillos preparados. Se velará y rezará por su eterno descanso.
“Desde los años cuarenta del siglo XX se ha dicho que México es un país escatológico y morboso; que sus pobladores se burlan de la muerte, juegan con ella y se la comen virtualmente convertida en dulces de azúcar; incluso se ha dicho que en México hasta la muerte es dulce”.
Pero de una cosa, también podemos presumir los mexicanos al hablar de la muerte: no tiene ningún atisbo histórico ni sociológico con la cultura española, esa que se nos impuso desde la conquista y esto es así porque la celebración del Día de Muertos es una mixtura de religión pagana con raíces auténticas y exclusivamente nuestra, de nuestra mexicanidad más radical, creativa y burlona. Al fin y al cabo, por eso somos mexicanos.