Voluntarios de toda la nación saldrán el jueves a las calles de sus respectivas comunidades para levantar un conteo de las personas sin hogar.
El departamento federal de Vivienda y Desarrollo Urbano, (HUD por sus siglas en inglés), establece que todas las comunidades del territorio de Estados Unidos deben de llevar un conteo de todas las personas sin vivienda, al menos cada dos años. Cada actividad censal es planeada, coordinada y realizada a nivel local.
“Es importante saber cuánta gente necesita ayuda, cuánta gente está en la calle, cuanta gente necesita comida, y teniendo una cantidad … la ciudad nos puede dar más fondos para atender a estas personas”, dijo Ninfa Vela, estudiante de maestría en trabajo social en UTRGV y asociada en la agencia de multiservicios sin fines de lucro, Good Neighbor Settlement House, (GNSH).
“Muchos de nuestros clientes tienen problemas psiquiátricos y no tienen, ya sea el apoyo familiar o el apoyo de la comunidad para poder acudir a servicios. También drogas, muchos de nuestros clientes tienen problemas de adicciones y muchas veces no saben a quién acudir”, dijo Vela.
HUD requiere que el Sistema de Cuidado Continuo, (CoC por sus siglas en inglés) realice un recuento anual de las personas que estén al abrigo de refugios de emergencia y viviendas de transición. El Conteo de Personas sin Hogar (Point-in-Time Survey [PIT]) es un conteo de todas las personas sin hogar que se realiza el cuarto jueves de enero y es distribuido en nuestro estado por el Texas Homeless Network.
De acuerdo al coordinador del Programa del Condado Urbano del Condado de Hidalgo, Danny Coca, el criterio para calificar a una persona como indigente es muy riguroso y técnico, pues no todas las personas censadas califican como tales. El conteo del condado de Cameron del 2016 fue de 177 personas, el de Hidalgo, 223.
Parte del conteo es realizar un cuestionario a las personas que se contabilicen, por lo que la ciudad de Brownsville ofreció una capacitación para voluntarios el pasado miércoles en el Brownsville Literacy Center.
Dicho cuestionario es anónimo, pide datos demográficos como edad, género, raza o etnia y pregunta los años que las personas llevan viviendo sin hogar y si se encuentran viviendo en las calles o en algún albergue local.
“Es importante hacerle este cuestionario a la mayoría de las personas que están en la calle o que tienen dificultad manteniendo un hogar”, dijo Anali Ybarra, coordinadora del Servicio Social de La Oficina de Gestión de Ayudas y Desarrollo de la Comunidad de la ciudad de Brownsville. “Nosotros contamos todo el condado de Cameron y es muy importante porque dependiendo de los números que saquemos nos mandan fondos del programa de Soluciones de Emergencia (Emergency Solution Grant)”.
El programa ESG es un componente del Sistema de Cuidado Continuo diseñado para aliviar la falta de vivienda en Brownsville. Una vez estimado y aprobado, dicho fondo es repartido entre las organizaciones que administran albergues y comedores sociales.
De acuerdo a Jack White, profesor de Trabajo Social en UTRGV y director interino de Good Neighbor Settlement House, el costo de una persona sin hogar en Estados Unidos es alrededor de $40,000 al año, entre arrestos y atención médica de emergencia. “Muchas personas no entienden las muchas caras de la indigencia. Es una cosa darle a alguien una comida y un donativo, es algo más desarrollar un plan para ayudarlos a llegar a un nivel de auto suficiencia en el que quieran participar”.
Mario Reynoso, de 58 años, lleva dos años y medio viviendo sin hogar. Cocinero de profesión empezó a tener dificultades cuando el servicio de banquetes para el que trabajaba cerró hace tres años.
“Es triste llegar a cierta edad, y sobre todo después de los 45, 50 años, no te dan trabajo simplemente porque tienes el pelo blanco, aunque sepas hacer muchas cosas, aunque seas capaz de muchas cosas y con experiencia”, dijo Reynoso, quien sufre de depresión y padece de diabetes e hipertensión. “Voy y aplico y contratan gente que tenga entre 22, 25 años, hasta los 35, y ya después, se acaban las oportunidades”.
Por su parte, White opina que “mucha gente habla sobre los indigentes como desinteresados en trabajar y queriendo vivir en las calles y esa es realmente una vista muy miope sobre la indigencia”.
“Las personas no eligen vivir en las calles cuando se está a 30 grados”, dijo White. “Finalmente vienen a aclimatarse, esas son sus vidas, y se rodean de amigos, bolsas de plástico y almohadas y se aclimatan a ese estilo de vida. Pero no es lo que la gente elige, es el producto de la negligencia. A veces es personal, a veces familiar pero no están ahí porque elijan estarlo y no continúan quedándose ahí porque quieran”.
A Reynoso le parece curioso que haya voluntarios que vayan a “donar su tiempo, a dar de comer” y piensa que “debería la gente no darnos sino ayudarnos a conseguir trabajo”.
El mensaje que a Reynoso le gustaría mandar a los jóvenes de la universidad es que “no pierdan el tiempo, que se aferren a una cosa y que vean pa’ delante, que no desperdicien, ni el tiempo, ni el dinero porque los recursos, uno piensa que van a durar la vida. … Y yo llegué a tener hasta cuatro automóviles y sin embargo ahorita nada más tengo uno y viejo, porque pensé que todo el tiempo iba a ser joven y todo el tiempo iba a tener oportunidades”. Reynoso dormirá esta noche en su camioneta.
Ninguna mujer de este estrato social se dejó entrevistar.
“Estamos también en el barrio más pobre de la ciudad, el barrio Buena Vida, y estamos en la ciudad más pobre de los Estados Unidos y estamos trabajando con la población más desafiante en todo el lugar”, dijo White. “Entonces, para mí, estamos en el lugar correcto en el momento correcto”.