Más de 6,000 migrantes centroamericanos se han embarcado en las caravanas para poder llegar a la frontera de México y Estados Unidos y así alcanzar el famoso sueño americano.
A pesar de que muchos centroamericanos recientemente se aventuraron en forma de caravanas, muchos de ellos lo hicieron de la misma forma, pero en menor cantidad, tiempo antes de que estas emprendieran su camino.
Uno de ellos es un joven inmigrante indocumentado, quien The Rider entrevistó. El joven salió de su tierra natal, El Salvador, a principios del mes de octubre.
“Me vine de El Salvador así aventurando, como tipo caravana, pero pagando buses, pagando “tráilers”, pagando todo eso”, dijo el joven salvadoreño.
El joven de 19 años de edad tiene 27 días de haber cruzado la frontera de México con Estados Unidos y actualmente se dedica a diferentes oficios.
“Yo trabajo más en cemento”, dijo él. “Es el trabajo que puedo más. Pero como no he hallado una compañía de concrete pues ando en cerámica, ando haciendo el “sheetrock”, la “insulación”, ando de todo”.
Como muchos centroamericanos, el joven salvadoreño dijo que una de las razones principales por la cual decidió emigrar de su país fue la situación económica en que se encuentra El Salvador.
“Una parte es el estado económico …”, dijo él. “La otra son las pandillas. Tu no puedes vivir en una colonia porque en una … [está] la “18” y en la otra colonia está la MS[-13], reconocida como la “Mara Salvatrucha”. … Si tú sales de tu colonia y te vas al pueblo, te puede matar la pandilla contraria. Entonces, no hay seguridad en el país”.
El joven explicó que, debido a su edad, él corre más peligro en su país.
“Allá, entre la policía y los delincuentes, entre ellos se agarran y … como yo tengo 19 años, si ellos me hallan en la calle, ellos piensan que yo soy pandillero y me golpean, y hasta se lo llevan a uno pa’l río pa’ quererlo matar y ya”.
Todos los hermanos del joven residen en EE. UU. En cuanto a sus padres, ellos aún residen en El Salvador debido a que ellos ya no corren tanto peligro como el joven.
“Ellos no corren peligro”, dijo él. “Como ya tienen una edad avanzada, no corren peligro. Ellos pueden ir a donde ellos quieran. Solo es uno de joven, como de 15 a 35, que uno corre peligro allá”.
Al preguntarle si es verdad que las pandillas en El Salvador obligan a las personas a unirse a las pandillas, él contestó, “Sí, eso es cierto. Si tú no quieres meterte a la pandilla, ellos te dejan como si nada, pero como al mes, ellos mismos te matan. Ellos solo lo que quieren es que, como que, tu salgas libremente y cuando salgas … ellos mismos te secuestran y te matan”.
Al igual que cientos, sino miles, de migrantes que atraviesan México para llegar a EE. UU., el joven de El Salvador tuvo que subirse a “La Bestia” cerca del estado de Puebla, México. “La Bestia” es un tren de carga que atraviesa México desde la frontera sur hasta la frontera con EE. UU.
“Está un poco arriesgado, pero igual, como uno quiere estar aquí, tiene que echarle ganas y echarle pa’ delante, no voltear a ver para atrás”, dijo el joven. “Uno viene de su país para una vida mejor aquí porque en nuestros países, no se si tú te puedes dar cuenta, está un poco más peligroso allá por las pandillas y por todo eso. Por eso uno se viene de allá”.
El joven explicó a The Rider que, estando en el Distrito Federal, un grupo de hombres quisieron secuestrarlo. Sin embargo, fue capaz de huir gracias a que encontró a otro grupo de migrantes hondureños donde se pudo mezclar.
Después de montarse en “La Bestia”, abordar camiones de pasajeros, caminar y conseguir “aventones”, el joven fue capaz de llegar a Matamoros, Tamaulipas, México, donde se quedó varios días en casas abandonadas o cualquier lugar donde pudiera pasar la noche.
“Llegué a la frontera de Matamoros y estando en la frontera de Matamoros tuve que pagarle a la “maña”, como le dicen, como el cártel, para que me dejaran cruzar para acá. Ya estando ahí en Matamoros, Tamaulipas, pagué los $300 dólares y ya me pude cruzar el río nadando”.
El explicó que tuvo que pagar al Cártel del Golfo, el grupo dedicado al crimen organizado que controla Matamoros, solo para poder deambular la ciudad y cruzar el Rio Bravo para así llegar a Brownsville.
“A ellos, uno les tiene que pagar solo para pedir permiso para cruzar el pueblo”, dijo él. “Ya estando pagando nosotros, digamos la cuota, que le dicen, ya uno puede atravesar para acá y ya no hay problema”.
Las personas que no pagan la “cuota”, usualmente son secuestradas para así extorsionar a sus familiares, de acuerdo con el joven.
“Cuando uno quiere pasar así normalmente, sin pagarles, lo golpean a uno con una tabla que le dicen el ‘entablillado’”, dijo el joven. “Pero como yo pagué y todo … gracias a Dios, ya estoy aquí”.
Él explicó que cruzó la frontera entre Matamoros y Brownsville por la zona cerca del Brownsville & Matamoros International Bridge, popularmente conocido como el “puente viejo”.
“Cerca de ahí crucé, por la puerta de migración”, dijo él. “Estaba abierta y me alcancé a cruzar, pero de todas maneras, estando ya de este lado, me persiguieron, pero pues no me alcanzaron porque me metí abajo de un carro y ya no me pudieron hallar, la migración … . Me ayudó un mexicano y ya el mexicano me trajo para acá porque me había quedado perdido porque no sabía pa’ donde agarrar”.
El joven dijo que perdió varias cosas mientras trataba de escapar de los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU., incluyendo documentos y papeles que contenían direcciones para saber a donde dirigirse después de haber cruzado.
Se le preguntó sobre su opinión acerca de las caravanas de migrantes que se encuentran atravesando México, él respondió, “Que primero Dios tengan cuidado y que todo va a salir bien. Que le echen ganas y que primero Dios lleguen a donde quieran llegar”.
También dijo que no es bueno que las personas usen la violencia para entrar a un país.
“Está mal eso porque no deberían de ser así”, el joven salvadoreño dijo. “Si México les permite, pues pueden pasar, pero también no [deben] venir golpeando a las demás personas. … Los mexicanos no tienen culpa … de la delincuencia que pasa en nuestros países. Es como si los mexicanos [se quisieran] meter así a la brava a nuestros países. No nos va a gustar”.
Él aconseja a los centroamericanos a no recurrir a la violencia al llegar a la frontera.
“Les aconsejo a mis hermanos centroamericanos que no [vengan] con violencia”, dijo él. “Si Estados Unidos les quiere ayudar, pues gracias a Dios, pero si no, pues tampoco que recurran a la violencia porque, como tú sabes, Estados Unidos es un país que, si atacan a su gente, ellos atacan también”.
Respecto a las caravanas de miles de migrantes que salieron hace dos semanas de El Salvador, el dijo que “Dios los bendiga en el camino, porque la verdad está un poco duro; más si vienen niños. A veces uno aguanta hambre hasta un día completo, o día y medio, ya hasta que pare el tren ya uno puede comer”.
A pesar de todo lo que tuvo que pasar, él describe el viaje que hizo, desde El Salvador hasta EE. UU., como una “una aventura porque uno viene conociendo personas y lugares”.
El joven se quedará en Brownsville por un par de semanas hasta que pueda conseguir dinero para migrar al norte de EE. UU. y encontrarse con sus hermanos.