Brigitte Ortiz | THE RIDER
Ha pasado un año desde que Estados Unidos experimentó su primer confinamiento y el COVID-19 se declaró una pandemia. Los estudiantes tuvieron que pausar sus vidas y fueron afectados de manera financiera, educacional y mental.
Daniela Ramirez, una estudiante de posgrado en liderazgo educacional y empleada en la Mesa de Actividades del Campus, dijo que habían planeado un viaje a Disney World en Florida el año pasado y que el día antes de que salieran, el COVID-19 se estaba volviendo más severo.
“Nuestro viaje, el cual fue uno de los eventos al que muchos estudiantes habían comprado boletos para ir, pendía de un hilo sobre si iba a ser cancelado o no”, Ramírez dijo. “No estábamos seguros, entonces estaban como ‘No podemos decirles hasta que se vayan’. Entonces, llega la hora. Nos fuimos esa tarde, y cuando veníamos de regreso una semana después, el 12 de marzo, lo recuerdo vívidamente, como parte del personal del departamento que realizó el viaje para los estudiantes, sabíamos todo el plan de regreso y de repente nosotros no sabíamos qué estaba pasando. No sabíamos si el estado de Texas nos dejaría entrar”.
Ella dijo que todos los estudiantes en el viaje tuvieron que ser evaluados en el campus de Edinburg por sí presentaban los síntomas del COVID-19 .
“Y cuando llegué al campus, porque yo sí vivo en el campus en los departamentos de Casa Bella en Brownsville, y llegando aquí ellos estaban, como, ‘No, no puedes entrar a los departamentos hasta que te hagas la evaluación’, Ramírez dijo. “Y yo estaba, como, ‘Acabo de hacermela en el campus de Edinburg. No sé qué está pasando. ¿No puedo pasar? Eventualmente, me [dejaron pasar]”.
Ella dijo que lo más difícil fue no poder ir a México, su país natal.
“Era una estudiante que vive en el campus sin transportación fiable y la ciudad convirtiéndose en un caos”, Ramírez dijo. “No había nada en las tiendas, y no podía ordenar, ya sabes, comida por las diferentes aplicaciones ni en línea. Fue muy difícil para mi. Estuve dependiendo mucho en la despensa de alimentos para estudiantes y todo el servicio que UTRGV tuvo que proporcionar, especialmente como yo vivía en el campus. Estoy muy contenta y, ya sabes, feliz y agradecida por UTRGV”.
Ella dijo que al principio, ella no quiso aceptar que se sintió diferente.
“Creí que me estaba sintiendo bien”, Ramírez dijo. “La incertidumbre de lo que estaba pasando … ¿Tendré comida al día siguiente? ¿Podré salir? Cosas diferentes. … ¿Habrá electricidad al día siguiente para poder hacer tarea? Empecé a sentir ansiedad sobre cosas que en realidad no eran problemas pero, en mi cabeza, yo los estaba creando, si eso tiene sentido”.
Se le preguntó qué cosas buenas le trajo el haber estado en una pandemia. Ella contestó que fue el poder continuar estudiando, trabajando desde casa, poniéndose metas realistas a corto y largo plazo y estudiando para sus exámenes para graduarse.
Damaris Guevara, una estudiante de tercer año de enfermería, dijo que al principio de la pandemia, no le molestó porque tenía muchas clases que la mantenían ocupada.
“Teníamos un grupo pequeño de estudiantes y entonces, somos, como, muy cercanos”, Guevara dijo. “Y entonces, al principio de nuestro programa, hicimos este chat grupal y, yo creo que, al pasar los años nos hicimos muy cercanos. Así que, el principio de la cuarentena fue súper, súper fácil para mi, porque todos nos veíamos por Zoom todos los días. Todos hablábamos todas las noches, o sea, después de clases. Nos ayudabamos a estudiar. Fue relativamente fácil.
“Creo que la única cosa que fue algo difícil era que teníamos nuestra, como, una rutina diaria para reunirnos en Starbucks después de clases. Ahí [era donde nosotros] estudiábamos hasta la medianoche, pero eso era algo difícil de hacer porque el Starbucks no estaba abierto”.
Ella dijo que empezó a extrañar su vida social, y, en los chats grupales, no todos son tan sociales como ella, y no todos quieren hacer amigos.
“Soy una persona súper, súper social y, supongo, ahora, ahorita, en este momento, me ha afectado mucho porque extraño salir”, Guevara dijo. “Estoy acostumbrada a estar fuera de mi casa hasta, como, la medianoche, dos de la madrugada. No regreso hasta las dos de la madrugada. Y extraño salir. Extraño socializar. Extraño a mis amigos, y ha sido muy difícil últimamente”.
Ella trabaja como enfermera de salud a domicilio, entonces ella va de estar encerrada en su casa a otra casa.
“Estoy bien harta de eso”, Guevara dijo. “Quiero ir al zoológico. Quiero ir al acuario. Quiero salir con mis amigos. Siento como que estoy atrapada. La única cosa que hago a veces, muy tarde en la noche … voy a la playa para estar yo sola. No lo sé. Es algo diferente de estar encerrada en mi casa”.
Ella dijo que algo bueno que descubrió durante la cuarentena fue el K-pop.
“Terminé encontrando un grupo por mi propia cuenta; se llama Stray Kids”, Guevara dijo. “Ellos me han mantenido algo sana, y hay un miembro que se activa en vivo cada fin de semana, y él toca música para que todos escuchen y son conversaciones y alguien le pregunta por consejos o lo que sea, y él te da consejos. Entonces, es como una sesión terapéutica de fin de semana. Siempre anhelo eso cada fin de semana. Yo creo que eso es algo bueno”.
–Traducido por Paulina Longoria